Grandes cosas son logradas por personas talentosas que creen que van a lograrlas!! W. Bennis
Encendemos el Potencial
Talentum® é reconhecido pela sua eficácia comprovada na identificação e desenvolvimento do talento de profissionais, empresários, executivos, líderes, coachees, como também na formação de equipes de alto desempenho.
Oferece suporte nas atividades de coaching, consultoria de empresas e organizações. Parte de uma ampla visão do Potencial Humano com base numa perspectiva enraizada nos avanços da neurobiologia e no entendimento da complexidade do comportamento humano.
Argentina, Brasil, Barcelona, Bolivia, Chile, Costa Rica, Colombia, Dominicana, Ecuador, España, México, Perú, Portugal, Uruguay, USA, Venezuela
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domingo, 25 de julio de 2010
Talentum: un forma de ver el Potencial y los Talentos de las Personas
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El Talento Y Fluir Una Experiencia Cumbre
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sábado, 10 de julio de 2010
Los beneficios de hacer limpieza en la caja de las emociones
Los científicos están hoy nuevamente preocupados por las cargas y descargas emocionales igual que hace tantos años lo hicieron W Reich y luego A Lowen. Ambos sostienen que nuestro cuerpo es el que procesa las cargas y recargas emocionales y luego también se hace cargo, si se lo permitimos, de descargar. En esta oportunidad la nota de NYT nos recuerda algunas de las principales técnicas de los maestros Lowen y Reich... por ejemplo las ventajas de Gritar! Encontrar el espacio y oportunidad para gritar nada más..No es fácil en general creemos que hay que gritar ante el enojo... y algunos creemos que tampoco enojados debemos gritar. El estudio habla de las ventajas de mostrar las verdaderas emociones.
La bioenergética también nos hace vivir las ventajas de gritar, por ejemplo, en un ambiente contenido y frente al terapeuta que está listo y preparado para contener. Los beneficios de poder sacar de nuestra caja de emociones (cuerpo?) lo que está allí contenido muchas veces por años.. o casi toda la vida guardadas sin emerger y generando dolores y patologias crónicas... Pequeñas descargas controladas.. es como para un volcán las pequeñas erupciones que evitan el gran estallido..
NUEVA YORK.- El estudio riguroso de la regulación de las emociones es una área de investigación bastante reciente y, por razones obvias, se ha concentrado más en las pasiones indomables que en sus variedades domesticadas. Después de todo, las emociones descarriadas definen muchos trastornos mentales; la moderación se asocia típicamente con una buena salud mental, desde la niñez hasta la edad avanzada.
Sin embargo, el funcionamiento social es un asunto diferente. Estudios recientes han hallado que las personas desarrollan una variedad de herramientas psicológicas para manejar lo que expresan en situaciones sociales, y esas técnicas muchas veces se vuelven inconscientes y afectan las interacciones en formas no buscadas.
Cuanto mejor comprendan las personas sus propios patrones, más capaces serán de ver por qué algunas interacciones emocionalmente cargadas resultan mal.
La mayoría de los científicos está de acuerdo en que el rango de expresiones emocionales posibles de una persona es un asunto temperamental innato. Crecer es, en un sentido, aprender a controlar el temperamento de forma tal de obtener ayuda de los demás y de no atormentarse a sí mismo.
Cara de póquer
Los psicólogos dividen las estrategias de regulación en dos amplias categorías: preventivas, que ocurren antes de que la emoción sea completamente sentida, y responsivas, que llegan después. La más conocida de esta última categoría, y una de las primeras en ser aprendidas, es la supresión. Un chico tapará con su mano una sonrisa cuando un compañero de clase hace algo vergonzoso; con el tiempo, muchos se vuelven más expertos, enmascarando la sorpresa, la alarma e incluso la furia con una cara de póquer.
La supresión, que es claramente valiosa en ciertas situaciones, tiene un costo social. En 2003, un estudio de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, halló que las personas a las que se les había indicado que mantuvieran una cara de póquer al discutir tras ver un documental sobre los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki demostraron mayores niveles de estrés al conversar.
En otro estudio, publicado el año pasado, los psicólogos siguieron través de entrevistas y cuestionarios a 278 varones y mujeres que ingresaron en la facultad. Los que obtuvieron valores más altos de supresión de las emociones fueron los que tuvieron también mayor dificultad para hacer amigos.
"Un individuo que responde a esa transición al volverse emocionalmente cauto en sus primeros días", según escribieron los autores, tendrá más probabilidades de perder la oportunidad de hacer amigos.
"Una razón por la que estamos tan compenetrados con las emociones de los otros es que, cuando es una emoción real, esta nos dice algo importante sobre aquello que le importa a la persona", dijo James J. Gross, psicólogo de la Universidad de Stanford.
Agregó que cuando uno la suprime o la atenúa, las personas piensan: "¡Demonios! Si no es como nosotros, no le importan, entonces, las mismas cosas que a nosotros nos importan".
Las técnicas preventivas pueden funcionar de una forma más sutil. Una de ellas es la diversión: reflexivamente, concentrarse en lo bueno e ignorar lo malo.
Un estudio conducido en 2009 por Derek Isaacowitz, de la Universidad Brandeis, halló que las personas de más de 55 años son mucho más propensas que las de 25 años o menos a concentrarse en imágenes positivas cuando están de malhumor. Los jóvenes, por su parte, son más propensos a orientarse a imágenes negativas cuando se sienten enojados o deprimidos.
Pero lo más sorprendente es que Isaacowitz halló en otro estudio que las personas mayores son dos veces tienden más que las más jóvenes a ser "reguladores rápidos", personas cuyo estado de ánimo rebota rápidamente, a veces en minutos, después de estar cavilando sobre recuerdos depresivos.
"Hemos hallado que, en general, las personas mayores tienden a regular más rápidamente sus emociones, y no están tan motivadas a explorar la información negativa y a engranar en imágenes negativas, como lo están las personas más jóvenes", concluyó Isaacowitz.
Cuando es positivo expresar lo negativo
Además de evitar el estrés que implica suprimir esos sentimientos, también tienen un finalidad social que puede generar empatía
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1283324&origen=NLCien
The Benefits of Blowing Your Top
Polishing your box of emotions
http://www.nytimes.com/2010/07/06/health/06mind.html
By BENEDICT CAREY
Published: July 5, 2010
Mind Polishing
The longing for President Obama to vent some fury at oil executives or bankers may run far deeper than politics. Millions of people live or work with exasperatingly cool customers, who seem to be missing an emotional battery, or perhaps saving their feelings for a special occasion. People who — unlike the mining operators in the gulf — have a blowout preventer that works all too well.
Sang-froid has its place, especially during a crisis; but so does Sigmund Freud, who described the potential downside of suppressed passions. Those exhortations being directed at the president could be just as easily be turned on countless co-workers, spouses, friends (or oneself):
Lose it. Just once. See what happens.
“One reason we’re so attuned to others’ emotions is that, when it’s a real emotion, it tells us something important about what matters to that person,” said James J. Gross, a psychologist at Stanford University. When it’s suppressed or toned down, he added, “people think, damn it, you’re not like us, you don’t care about the same things we do.”
Rigorous study of what psychologists call emotion regulation is fairly new, and for obvious reasons has focused far more on untamed passions than on the domesticated variety. Runaway emotion defines many mental disorders, after all; restraint is typically associated with good mental health, from childhood through later life.
Yet social functioning is a different matter. Research in the past few years has found that people develop a variety of psychological tools to manage what they express in social situations, and those techniques often become subconscious, affecting interactions in unintended ways. The better that people understand their own patterns, the more likely they are to see why some emotionally charged interactions go awry — whether from too little control or, in the president’s case, perhaps too much.
Most scientists agree that a person’s range of possible emotional expression is a matter of inborn temperament. Growing up is, in one sense, a living education in how to manage that temperament so it elicits help from others and does not torment oneself.
“As we grow, the prefrontal areas of the brain develop, and we become more biologically able to control our impulses as well,” said Stefan G. Hofmann, a professor of psychology at Boston University.
Psychologists divide regulation strategies into two broad categories: pre-emptive, occurring before an emotion is fully felt; and responsive, coming afterward. The best known of the latter category, and one of the first learned, is simple suppression. First-graders will cover a smile with their hand when a classmate does something embarrassing; in time, many become far more adept, reflexively masking surprise, alarm, even rage with a poker face.
Suppression, while clearly valuable in some situations (no laughing at funerals, please), has social costs that are all too familiar to those who know its cold touch. In one 2003 Stanford study, researchers found that people instructed to wear a poker face while discussing a documentary about the atomic bombings of Hiroshima and Nagasaki made especially stressful conversation partners.
In another, published last year, psychologists followed 278 men and women as they entered college, giving questionnaires and conducting interviews. Those who scored highest on measures of emotion suppression had the hardest time making friends.
“An individual who responds to the college transition by becoming emotionally guarded in the first few days,” the authors wrote, will most likely miss opportunities for friendships.
Pre-emptive techniques can work in more subtle ways. One of these is simple diversion, reflexively focusing on the good and ignoring the bad — rereading the praise in an evaluation and ignoring or dismissing any criticism. A 2009 study led by Derek Isaacowitz of Brandeis University found that people over 55 were much more likely than those aged 25 and under to focus on positive images when in a bad mood — thereby buoying their spirits. The younger group was more likely to focus on negative images when feeling angry or down.
More striking, Dr. Isaacowitz found in another study that older people were twice as likely as younger ones to be “rapid regulators” — people whose mood bounced back quickly, sometimes within minutes, after ruminating on depressing memories.
“We have found in general that older people tend to regulate their emotions faster, and are not as motivated to explore negative information, to engage negative images, as younger people are,” Dr. Isaacowitz said. “And it makes some sense, that younger adults would explore the negative side of things, that they need to and maybe want to experience them — to experience life — as they develop their own strategies to regulate.”
Socially speaking, in short, the ability to shrug off feelings of disgust or outrage may suit an older group but strike younger people as inauthentic, even callous.
Finally, people may choose the emotions they feel far more often than they are aware — and those choices, too, can trip up social interactions. A series of recent experiments led by Maya Tamir, a psychologist at Hebrew University in Jerusalem and at Boston College, has found that people subconsciously prime themselves to feel emotions they believe will be most useful to them in an anticipated situation. The researchers call these instrumental emotions.
Benedict Carey
The New York Times
La bioenergética también nos hace vivir las ventajas de gritar, por ejemplo, en un ambiente contenido y frente al terapeuta que está listo y preparado para contener. Los beneficios de poder sacar de nuestra caja de emociones (cuerpo?) lo que está allí contenido muchas veces por años.. o casi toda la vida guardadas sin emerger y generando dolores y patologias crónicas... Pequeñas descargas controladas.. es como para un volcán las pequeñas erupciones que evitan el gran estallido..
NUEVA YORK.- El estudio riguroso de la regulación de las emociones es una área de investigación bastante reciente y, por razones obvias, se ha concentrado más en las pasiones indomables que en sus variedades domesticadas. Después de todo, las emociones descarriadas definen muchos trastornos mentales; la moderación se asocia típicamente con una buena salud mental, desde la niñez hasta la edad avanzada.
Sin embargo, el funcionamiento social es un asunto diferente. Estudios recientes han hallado que las personas desarrollan una variedad de herramientas psicológicas para manejar lo que expresan en situaciones sociales, y esas técnicas muchas veces se vuelven inconscientes y afectan las interacciones en formas no buscadas.
Cuanto mejor comprendan las personas sus propios patrones, más capaces serán de ver por qué algunas interacciones emocionalmente cargadas resultan mal.
La mayoría de los científicos está de acuerdo en que el rango de expresiones emocionales posibles de una persona es un asunto temperamental innato. Crecer es, en un sentido, aprender a controlar el temperamento de forma tal de obtener ayuda de los demás y de no atormentarse a sí mismo.
Cara de póquer
Los psicólogos dividen las estrategias de regulación en dos amplias categorías: preventivas, que ocurren antes de que la emoción sea completamente sentida, y responsivas, que llegan después. La más conocida de esta última categoría, y una de las primeras en ser aprendidas, es la supresión. Un chico tapará con su mano una sonrisa cuando un compañero de clase hace algo vergonzoso; con el tiempo, muchos se vuelven más expertos, enmascarando la sorpresa, la alarma e incluso la furia con una cara de póquer.
La supresión, que es claramente valiosa en ciertas situaciones, tiene un costo social. En 2003, un estudio de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, halló que las personas a las que se les había indicado que mantuvieran una cara de póquer al discutir tras ver un documental sobre los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki demostraron mayores niveles de estrés al conversar.
En otro estudio, publicado el año pasado, los psicólogos siguieron través de entrevistas y cuestionarios a 278 varones y mujeres que ingresaron en la facultad. Los que obtuvieron valores más altos de supresión de las emociones fueron los que tuvieron también mayor dificultad para hacer amigos.
"Un individuo que responde a esa transición al volverse emocionalmente cauto en sus primeros días", según escribieron los autores, tendrá más probabilidades de perder la oportunidad de hacer amigos.
"Una razón por la que estamos tan compenetrados con las emociones de los otros es que, cuando es una emoción real, esta nos dice algo importante sobre aquello que le importa a la persona", dijo James J. Gross, psicólogo de la Universidad de Stanford.
Agregó que cuando uno la suprime o la atenúa, las personas piensan: "¡Demonios! Si no es como nosotros, no le importan, entonces, las mismas cosas que a nosotros nos importan".
Las técnicas preventivas pueden funcionar de una forma más sutil. Una de ellas es la diversión: reflexivamente, concentrarse en lo bueno e ignorar lo malo.
Un estudio conducido en 2009 por Derek Isaacowitz, de la Universidad Brandeis, halló que las personas de más de 55 años son mucho más propensas que las de 25 años o menos a concentrarse en imágenes positivas cuando están de malhumor. Los jóvenes, por su parte, son más propensos a orientarse a imágenes negativas cuando se sienten enojados o deprimidos.
Pero lo más sorprendente es que Isaacowitz halló en otro estudio que las personas mayores son dos veces tienden más que las más jóvenes a ser "reguladores rápidos", personas cuyo estado de ánimo rebota rápidamente, a veces en minutos, después de estar cavilando sobre recuerdos depresivos.
"Hemos hallado que, en general, las personas mayores tienden a regular más rápidamente sus emociones, y no están tan motivadas a explorar la información negativa y a engranar en imágenes negativas, como lo están las personas más jóvenes", concluyó Isaacowitz.
Cuando es positivo expresar lo negativo
Además de evitar el estrés que implica suprimir esos sentimientos, también tienen un finalidad social que puede generar empatía
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1283324&origen=NLCien
The Benefits of Blowing Your Top
Polishing your box of emotions
http://www.nytimes.com/2010/07/06/health/06mind.html
By BENEDICT CAREY
Published: July 5, 2010
Mind Polishing
The longing for President Obama to vent some fury at oil executives or bankers may run far deeper than politics. Millions of people live or work with exasperatingly cool customers, who seem to be missing an emotional battery, or perhaps saving their feelings for a special occasion. People who — unlike the mining operators in the gulf — have a blowout preventer that works all too well.
Sang-froid has its place, especially during a crisis; but so does Sigmund Freud, who described the potential downside of suppressed passions. Those exhortations being directed at the president could be just as easily be turned on countless co-workers, spouses, friends (or oneself):
Lose it. Just once. See what happens.
“One reason we’re so attuned to others’ emotions is that, when it’s a real emotion, it tells us something important about what matters to that person,” said James J. Gross, a psychologist at Stanford University. When it’s suppressed or toned down, he added, “people think, damn it, you’re not like us, you don’t care about the same things we do.”
Rigorous study of what psychologists call emotion regulation is fairly new, and for obvious reasons has focused far more on untamed passions than on the domesticated variety. Runaway emotion defines many mental disorders, after all; restraint is typically associated with good mental health, from childhood through later life.
Yet social functioning is a different matter. Research in the past few years has found that people develop a variety of psychological tools to manage what they express in social situations, and those techniques often become subconscious, affecting interactions in unintended ways. The better that people understand their own patterns, the more likely they are to see why some emotionally charged interactions go awry — whether from too little control or, in the president’s case, perhaps too much.
Most scientists agree that a person’s range of possible emotional expression is a matter of inborn temperament. Growing up is, in one sense, a living education in how to manage that temperament so it elicits help from others and does not torment oneself.
“As we grow, the prefrontal areas of the brain develop, and we become more biologically able to control our impulses as well,” said Stefan G. Hofmann, a professor of psychology at Boston University.
Psychologists divide regulation strategies into two broad categories: pre-emptive, occurring before an emotion is fully felt; and responsive, coming afterward. The best known of the latter category, and one of the first learned, is simple suppression. First-graders will cover a smile with their hand when a classmate does something embarrassing; in time, many become far more adept, reflexively masking surprise, alarm, even rage with a poker face.
Suppression, while clearly valuable in some situations (no laughing at funerals, please), has social costs that are all too familiar to those who know its cold touch. In one 2003 Stanford study, researchers found that people instructed to wear a poker face while discussing a documentary about the atomic bombings of Hiroshima and Nagasaki made especially stressful conversation partners.
In another, published last year, psychologists followed 278 men and women as they entered college, giving questionnaires and conducting interviews. Those who scored highest on measures of emotion suppression had the hardest time making friends.
“An individual who responds to the college transition by becoming emotionally guarded in the first few days,” the authors wrote, will most likely miss opportunities for friendships.
Pre-emptive techniques can work in more subtle ways. One of these is simple diversion, reflexively focusing on the good and ignoring the bad — rereading the praise in an evaluation and ignoring or dismissing any criticism. A 2009 study led by Derek Isaacowitz of Brandeis University found that people over 55 were much more likely than those aged 25 and under to focus on positive images when in a bad mood — thereby buoying their spirits. The younger group was more likely to focus on negative images when feeling angry or down.
More striking, Dr. Isaacowitz found in another study that older people were twice as likely as younger ones to be “rapid regulators” — people whose mood bounced back quickly, sometimes within minutes, after ruminating on depressing memories.
“We have found in general that older people tend to regulate their emotions faster, and are not as motivated to explore negative information, to engage negative images, as younger people are,” Dr. Isaacowitz said. “And it makes some sense, that younger adults would explore the negative side of things, that they need to and maybe want to experience them — to experience life — as they develop their own strategies to regulate.”
Socially speaking, in short, the ability to shrug off feelings of disgust or outrage may suit an older group but strike younger people as inauthentic, even callous.
Finally, people may choose the emotions they feel far more often than they are aware — and those choices, too, can trip up social interactions. A series of recent experiments led by Maya Tamir, a psychologist at Hebrew University in Jerusalem and at Boston College, has found that people subconsciously prime themselves to feel emotions they believe will be most useful to them in an anticipated situation. The researchers call these instrumental emotions.
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